domingo, 4 de septiembre de 2011

Campanas extractoras

Algunas recomendaciones generales para un mejor uso: limpiar regularmente los filtros, cerrar puertas, ventanas, encender la campana unos minutos antes de empezar a cocinar, apagarla unos minutos después de terminar y ¡Leer los manuales de instrucciones!
 

La ventilación puede bajar niveles de humedad, quitar polvo del aire o sustancias químicas, evitar la proliferación de hongos y bacterias, etc. Existen distintos sistemas, dependiendo de qué es lo que se desea ventilar.

Aplicado a nuestros hogares, las campanas extractoras ocupan un importante lugar. Por su estética y funcionalidad se integran fácilmente a la cocina. Es en este lugar de la casa donde se producen vapores, humos, grasas y aceites que, suspendidos en el aire, terminan estropeando: cortinados, muebles, paredes, otros aparatos, etc.

Dividiremos el siguiente análisis en 3 partes según lo que le compete a cada uno en este tema: primeramente está el que recomienda cuál es la mejor compra para determinada arquitectura, que suele ser el arquitecto, técnico o vendedor especializado; luego aparece el instalador  y, finalmente, el usuario. Cuando ya se definió la compra de una determinada campana y se realizó su instalación, supuestamente podremos empezar a usarla. Pero, ¿Cómo? ¿Qué cuidados hay que tener? ¿Cuál es su mantenimiento?

A los fabricantes los dejaremos de lado porque si nos ponemos a chequear los electrodomésticos como si fueran automóviles (ya sea con tests comparativos o contrastando las características de distintas marcas y modelos) esto terminaría siendo muy extenso y de poca utilidad para quien lo que busca es sacar el mejor partido: de lo que ya tiene o de lo que pueda comprar en nuestro medio.


La recomendación para comprar una u otra puede contemplar:

1) La capacidad de extracción. Este dato generalmente se expresa en m³/h. Dependiendo del fabricante, la campana debería ser capaz de renovar entre 6 y 10 veces el total del volumen del aire contenido en la habitación (largo X ancho X altura, de la cocina) en una hora, o sea: por cada hora de uso. Varía de un fabricante a otro porque algunos consideran un cierto porcentaje de ese volumen ocupado por muebles (y entonces esto se restaría del volumen total).

2) El nivel de eficiencia energética del producto. Este punto está relacionado con el anterior, porque si está subdimensionada no aspirará lo suficiente y sobredimensionada aumentaría el costo energético.

3) Nivel de ruido.

4) Estética: colores, materiales, dimensiones, formato, etc.

5) Ergonomía: existen unos modelos telescópicos que permiten reducir sus dimensiones cuando está apagada. Y si no, si este es un factor determinante, directamente cambiar la recomendación para otro tipo de extractor (diseño a la medida).


La instalación debe ser respetuosa:

1) En lo que se refiere al diámetro del tubo de salida de aire así como a la longitud del mismo y su posición (horizontal, vertical, etc.), la cantidad y tipo de codos... Tener en cuenta que la capacidad de extracción especificada por el fabricante es la máxima posible para el producto y fue medida y calculada para determinados parámetros de instalación. Si utilizo un caño más fino, tramos largos o demasiados codos, va a caer el rendimiento. Esto a veces pasa cuando se prevé y coloca el tubo de salida de aire antes que la compra de la campana.

2) El tubo rígido, liso, produce menos ruido que el flexible acanalado.

3) Distancia a la campana, medida desde la mesada de la cocina (teniendo en cuenta si funciona a gas o es eléctrica).


Uso y mantenimiento:

1) Es conveniente encenderla unos minutos antes de empezar a cocinar y dejarla que continúe en funcionamiento unos minutos más luego de terminar. Porque si los vapores se esparcen más allá del entorno de la mesada de la cocina, es muy difícil que luego la campana pueda aspirarlos.

2) Cerrar puertas y ventanas. Una abertura al exterior puede influir desfavorablemente en la extracción de la campana. Entonces, es mejor asegurarse cierto nivel de vacío en la atmósfera de la cocina.

3) Limpiar los filtros con asiduidad, por lo menos una vez al mes. Si bien la periodicidad dependerá de cuánto se cocine y del tipo de comidas.

4) ¿Cómo limpiar los filtros? Generalmente los filtros están constituidos por unas mallas metálicas que filtran y condensan los vapores, reteniendo grasas y aceites.
Lo más cómodo sería lavarlos en el lavavajillas pero, el problema es que a veces pierden el color o brillo metálico, aunque no se dañen y sigan cumpliendo bien su función. También hay sprays antigrasa. O, simplemente sumergirlos un rato en agua caliente y cepillarlos con algún detergente. Junto con las instrucciones de uso que acompañan a las campanas extractoras de aire, cada fabricante suele expresar en el correspondiente manual del usuario si se puede o no utilizar el lavavajillas y cuál es el método más apropiado para la limpieza de los filtros, de acuerdo con el material específico de que están hechos y el tratamiento que se les pudo haber dado durante el proceso de fabricación.

5) Si la campana extractora es de acero inoxidable, para limpiarla y mantener su brillo existe un producto en spray que se llama: Stainless Steel Cleaner & Polish, su nombre está en inglés porque es un producto importado que se vende en supermercados. En español vendría a ser algo así como: Limpiador y abrillantador para acero inoxidable. En realidad, también da buenos resultados para otras superficies como esmaltados y pinturas. Se agita, se aplica una capa presionando con el envase en sentido vertical (derecho, hacia arriba) y luego, usando un paño suave limpio y seco se quita el exceso de limpiador frotando en el sentido del veteado del acero.

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